MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01DB722F.BC55A380" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01DB722F.BC55A380 Content-Location: file:///C:/5C47E51A/0066_Galvez.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="us-ascii"
DOI: https://doi.org/10.56712/latam.v6i1.33=
74
Más que cuidados: las empleadas
domésticas como agentes educativos invisibles
More than care: domestic workers as invisible educational agents
martha.galgayon@anahuac.mx
https://orcid.org/0009-0004-5798-2073
Universidad
Anáhuac
Estado de
México – México
Artículo
recibido: 15 de enero de 2025. Aceptado para publicación: 29 de ener=
o de
2025.
Conflictos de Interés: Ninguno q=
ue
declarar.
Resumen
Este
ensayo explora la conexión entre el cuidado, la crianza y la
educación. Destaca el papel de las empleadas domésticas en las
familias donde ambos padres trabajan a partir de la premisa de que los meno=
res
enfrentan riesgos asociados a la ausencia parental. Analiza si la presencia=
y
atención del personal doméstico puede mitigar ese riesgo y la
relación entre sus acciones y los conceptos de cuidado, crianza y
educación. Se fundamenta en los datos obtenidos en la tesis doctoral:
“El papel de las nanas y el personal de servicio en la educació=
;n
de menores cuyos padres trabajan” y subraya la importancia de la cria=
nza
colaborativa mediante la comunicación efectiva, límites claro=
s y
vínculos saludables. Destaca la necesidad de dignificar el rol del
trabajo doméstico y presenta recomendaciones para favorecer el
desarrollo infantil en un ambiente de colaboración.
Palabras clave: crianza colaborativa, empleadas
domésticas, cuidados, educación
Abstract
This essay explores the connection between care, upbringing, and
education. It highlights the role of domestic workers in families where both
parents work, based on the premise that children face risks associated with
parental absence. It analyzes whether the presence and attention of domestic
workers can mitigate this risk and the relationship between their actions a=
nd
the concepts of care, upbringing, and education. It is based on the data
obtained in the doctoral thesis: "The Role of Domestic Service Personn=
el
in the Education of Children Whose Parents Work" and underlines the
importance of collaborative parenting through effective communication, clear
boundaries, and healthy bonds. It highlights the need to dignify the role of
domestic work and presents recommendations to promote child development in a
collaborative environment.
Keywords: collaborative
rearing, domestic workers, care, education
Todo el contenido de LATAM
Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, publicado en es=
te
sitio está disponibles bajo Licencia Creative Commons.=
Cómo citar: G=
álvez
Gayón, M. Y. (2025). Más que cuidados: las empleadas
domésticas como agentes educativos invisibles: More than
care: domestic workers as
invisible educational agen=
ts.
LATAM Revista Latinoamericana de Ci=
encias
Sociales y Humanidades 6 (1), 719 – 729. https://doi.org/10.56712/
INTRODUCCIÓN
El siglo XXI trae consigo grandes innovaciones=
y
nuevos retos; como sociedad, hemos avanzado en cuanto a tecnología,
comunicación y globalización, entre otros. Hoy somos capaces =
de
conectarnos con personas de diferentes países en cuestión de
segundos, aprender de otras culturas y estar al día en los sucesos
mundiales aun cuando las distancias físicas sean lejanas. Estos
beneficios han sido consecuencia del trabajo y reestructuración de l=
as
familias. En México el Instituto Nacional de Estadística y
Geografía en julio de 2024, publicó que la población
económicamente activa (PEA) fue de 62.1 millones de personas, es dec=
ir
un 61% de la población de 15 años y más (INEGI, 2024).=
Hoy
vemos con más frecuencia en las familias mexicanas que tanto padre c=
omo
madre trabajan.
Este compromiso laboral conlleva cambios en la
dinámica familiar; en ocasiones, debido a las largas jornadas labora=
les,
al tráfico, implicaciones de desplazamiento u horarios de los miembr=
os
de la familia, es cada vez más complicado que al menos uno de los pa=
dres
esté presente la mayor parte del tiempo con sus hijos para criarlos =
(Rochabrun y Uceda, 2021); es entonces donde surge la =
duda
de quiénes se encargan de cuidar a los menores de edad mientras sus
padres no pueden hacerlo.
Los menores, al depender completamente de un
adulto para satisfacer sus necesidades, necesitan de su compañ&iacut=
e;a
y presencia, pero no es solo la satisfacción de necesidades
básicas como alimento, vestido o sueño; también requie=
ren
de experiencias que promuevan su desarrollo de manera integral, que les
permitan estimular su aprendizaje y relacionarse con su medio familiar y
social. Es en la familia donde se cimientan las bases que
acompañarán su camino como adultos, en cuanto a sus relaciones
sociales, a sus habilidades emocionales, a sus capacidades cognitivas,
autonomía, cultura, ciudadanía y finalmente, las acciones que=
los
llevarán a transmitir lo vivido a otras generaciones.
La responsabilidad principal de cuidar y educa=
r a
un menor es de los padres; sin embargo, como mencionamos más arriba,=
hoy
en día los padres pasan menos tiempo con sus hijos. La ausencia de l=
os
padres en la formación de los menores es considerada una
situación de riesgo (Andrés y Fernández, 2016), pues
produce dificultades en su desarrollo que pueden verse reflejadas en su
aprendizaje, en sus relaciones sociales o en su conducta y los hacen m&aacu=
te;s
vulnerables a dificultades específicas como trastornos de desarrollo=
, de
madurez, identidad e independencia.
Se han estudiado diversos factores de riesgo al
respecto. Entre los asociados a la familia, tenemos: el tipo de crianza que=
se
le otorga a los menores, el estrés tanto de los padres como en el qu=
e se
desenvuelven los menores, los conflictos derivados del divorcio o separaci&=
oacute;n
de los padres, las conductas o contextos violentos en los que se encuentran.
Pero hay poca información respecto al cuidado que pueden otorgar otr=
as
personas dentro del hogar de los menores.
Ante la ausencia de los padres, ellos pueden
solicitar apoyo de diferentes formas; entre ellas, el de una guarderí=
;a o
centro educativo que proporcione acciones de cuidado y educación fue=
ra
del hogar. Otra opción es solicitar este apoyo a algún famili=
ar,
generalmente la abuela; aunque puede ser algún otro pariente o inclu=
so vecino,
quien se encargue del cuidado de los menores cuando los padres están
ausentes. En este ensayo nos enfocamos al personal de servicio, que es una
opción común en la zona poniente de la Ciudad de Méxic=
o,
donde familias de clase media alta las contratan para que sus hijos sean
cuidados dentro del hogar, mientras ellos trabajan. Amplía los halla=
zgos
encontrados en el artículo de título: “El rol que
desempeña el personal de servicio al cuidado de niños cuyos p=
adres
trabajan” (Gálvez, 2024) en cuanto a la relación de los
cuidados y la educación para reflexionar sobre los posibles riesgos =
que
podrían enfrentar los menores.
Hablamos de riesgo ante la ausencia de los pad=
res,
¿será que este riesgo puede disminuirse con la presencia y
atención del personal de servicio?, las acciones que realizan las
empleadas domésticas, ¿pertenecen únicamente al campo =
de
los cuidados o de la educación? Responder estas preguntas es complic=
ado
sin tener primero una visión global del rol que desempeñan las
empleadas domésticas dentro del hogar.
DESARROLLO
En la zona poniente del Estado de Méxic=
o se
encuentra el municipio de Huixquilucan en ella hay una población
aproximada de 284,965 habitantes, de la cual el 28% son hombres
económicamente activos y el 23% son mujeres económicamente
activas (INEGI; 2020). Dentro de ella se encuentra una zona residencial
conocida como Interlomas, considerada de clase media alta. En esta zona y, =
de
acuerdo con la tesis doctoral “El papel de las nanas y el personal de
servicio en la educación de niños cuyos padres trabajan”
(Gálvez, 2024), se realizó un cuestionario de sondeo a cincue=
nta
y dos familias, seis nanas y diez docentes del preescolar de un colegio en
dicha zona.
Se consideró como muestra a las familia=
s de
preescolar, pues es la etapa en la que se sientan las bases del desarrollo
motor, cognitivo, social, de lenguaje y emocional. Los menores a esta edad
requieren la mayor parte del tiempo de los cuidados y atención del
adulto y esta relación crea los patrones mentales que guiarán=
la
forma en la que los niños se relacionen con el mundo (Siegel y Payne,
2020). Quienes cuidan entonces a un menor, son las figuras más
importantes en su vida y, de ese cuidado, se derivan conductas y acciones q=
ue
continuarán replicando en su vida adulta y con sus propios hijos.
En dicho cuestionario se identificaron las
actividades que con más frecuencia realizan las empleadas
domésticas como parte de sus labores respecto al cuidado de los meno=
res
a quienes cuidan. Estas actividades son: acompañarlos al baño=
, cambiarles
el pañal, bañarlos, prepararles los alimentos, alimentarlos,
vestirlos, recoger sus recámaras, jugar con ellos, acompañarl=
os a
diferentes actividades o eventos y acostarnos para dormir. Las actividades =
que
realizan con menos frecuencia son: recogerlos del colegio, lavarles los
dientes, hacer la tarea y leerles cuentos.
Todas estas actividades se realizan en el hoga=
r y
dan atención a los miembros de una familia. Aunque los padres coment=
aron
que también realizan estas mismas actividades; ante su ausencia, qui=
enes
las realizan, son las empleadas domésticas.
El trabajo doméstico no es un trabajo q=
ue
requiera de un perfil determinado; por ello, las actividades que cada emple=
ada
doméstica realiza en el interior de un hogar pueden variar seg&uacut=
e;n
las necesidades y acuerdos con cada familia. Puede ser un trabajo que se
realice por horas, días o incluso que conlleva para la empleada, el
habitar en el mismo hogar que sus patrones.
Dar una definición exacta de trabajo
doméstico es complicado, pues de acuerdo con la Organización
Internacional del Trabajo (OIT, 2013), este no se realiza por un grupo
homogéneo, es variable dependiendo del país, del tiempo y la
cultura. Sin embargo, se entiende que es el trabajo que se realiza en un ho=
gar
para mantener su funcionalidad. La persona que lo realiza sin ser parte de =
ese
hogar, debe recibir a cambio una remuneración económica. El
trabajo doméstico remunerado, es generalmente, atribuido a mujeres q=
ue
comúnmente tienen condiciones sociales y económicas en desven=
taja
a sus empleadores.
Entendemos entonces que a las empleadas
domésticas las contratan padres de familia para trabajar en el hogar.
Entre sus actividades; están las que mencionamos arriba que tienen
relación con el cuidado de los menores. Veamos entonces la pertenenc=
ia
de los cuidados, en la crianza de los menores.
Para ello, es indispensable definir tres
conceptos: cuidados, educación y crianza y conocer así la
relación que existe entre los tres.
El cuidado es una actividad indispensable en t=
oda
sociedad (Díaz, 2008). En diferentes grados o momentos de nuestras
vidas, todos los seres humanos requerimos de ella; después del
nacimiento estas actividades son indispensables y sin ellas, el ser humano =
no
puede garantizar su supervivencia.
Cuidar a una persona genera un lazo en el que =
la
persona que cuida tiene cierta autoridad sobre la persona a quien cuida, pu=
es
es el encargado de atenderlo, proporcionarle lo que requiere para satisfacer
sus necesidades y esto genera un sentido de protección o seguridad.
Cuidar implica entender la necesidad del otro y proporcionar acciones
específicas para satisfacerla. En el caso de los menores, las comuni=
can
inicialmente a través del llanto y el adulto, debe interpretar y ate=
nder
la necesidad: darle de comer, cuando tiene hambre; darle abrigo cuando tiene
frío; respetar su tiempo de sueño y mantenerlo aseado, entre
otros. Cuando el bebé va creciendo, la forma en la que comunica sus
necesidades va cambiando, pues es el adulto, quien va enseñán=
dole
otras formas de comunicarlo; aparece el lenguaje y empieza a darse una
relación social más recíproca; el bebé aprende
entonces de sus cuidadores y estos aprendizajes lo acompañará=
n el
resto de su vida.
Estas actividades de cuidado que realiza un ad=
ulto
hacia los menores se integran a la crianza, pues esta se refiere al conjunt=
o de
prácticas, de normas, valores o acciones que se comparten en socieda=
d y
se llevan a cabo en el interior de una familia en el cuidado y educaci&oacu=
te;n
de un menor (Lareau, 2011). Criar a un ni&ntild=
e;o,
implica realizar actividades que garantizan su cuidado; para Álvarez
(2016) este es un sistema de conocimientos que se transmiten entre menores y
adultos y tiene relación con la higiene, la nutrición, el ves=
tido
y otros tipos de cuidado. Como este se realiza en interacción directa
con un adulto, se forma con ella una relación entre ambos actores y =
de
ella se genera una responsabilidad sobre el impacto emocional de los cuidad=
os
de acuerdo con la cultura de los individuos, hacia los menores. Requiere de
regulación por parte de ambas partes y de cooperación para su
eficiencia.
Crianza es un término que se relaciona =
con
sociabilidad, pues es un proceso de formación en el que la persona
adquiere normas, conductas, valores y creencias del lugar al que pertenece =
para
aceptar y relacionarse con otros, iniciando por el círculo familiar y
transfiriendo a la sociedad (Altarejos,
Martínez y Rodríguez, 2005). Esta se da de la relación
entre las personas que cuidan al menor y el menor que aprende del cuidado a
sentirse valorado e integrarse a la sociedad. La crianza varía
también entre familias, pues cada una lleva el proceso de acuerdo con
sus propias experiencias de vida y a su dinámica familiar. En la
relación de crianza, se forma un vínculo entre cuidador y men=
or
que le sirve para estructurar su realidad, satisfacer sus necesidades
primarias, comprender los límites y normas que le ayudan a relaciona=
rse
con otras personas y desarrollarse.
Criar a un niño es ofrecerle posibilida=
des
para que crezca de manera individual y consolide su sistema familiar (Minuc=
hin,
2012). Los resultados de la crianza dependen de las habilidades y de las
competencias de los padres sobre las que influyen el contexto y las situaci=
ones
particulares de cada familia. Si los padres y cuidadores son competentes, al
criar al menor le proporcionan herramientas que le permiten desarrollar
autonomía y aprenden a relacionarse favorablemente con su medio. Un niño al que se le da de =
comer
en un horario fijo puede sentirse más seguro que uno a quien el alim=
ento
no llega de manera frecuente o que para obtenerlo, requiere de mucho esfuer=
zo
de su parte al hacer el llamado de atención a quien puede
proporcionarle. Al compartir estas actividades de crianza, los menores obse=
rvan
al adulto, imitan sus comportamientos, entablan formas de comunicarse y dan
comprensión al mundo que los rodea, aprenden sobre ello y, por lo ta=
nto,
se educan.
El tercer concepto, la educación. Es el
medio por el cual las personas logran descubrir e incrementar sus posibilid=
ades
(Delors, 1996); nos lleva a conocer el mundo que nos rodea, nos da habilida=
des
para habitar en él, en relación con los otros y a nosotros mi=
smos
y nos impulsa a desarrollarnos de manera única y diferente a las
demás personas, impacta en la sociedad y “si está enmar=
cada
en valores y en el interés y cuidado del otro, tendrá m&aacut=
e;s
posibilidades de ser en beneficio para la humanidad” (Gálvez,
2024, p.59).
Es un proceso que se da de manera formal en la
escuela y de manera informal en el hogar, en la comunidad, a través =
de
las interacciones con otros e incluso con los medios de comunicación=
. Es
continua, pues inicia con el nacimiento y se prolonga a lo largo de la vida
(Bernal, 2016) para formar e insertar a las personas dentro de una sociedad=
.
Educar en el ámbito familiar no es una
tarea sencilla; no parte de estudios o preparación aun cuando puede =
ser
acompañada de educación formal. Inicia cuando las personas se
vuelven padres y de acuerdo con sus saberes previos, experiencias, modelos e
información, enseñan a sus hijos en el proceso de
acompañarlos y formarlos como individuos hacia su desarrollo integra=
l y
su autonomía personal.
Entonces, educar en una familia requiere de
acciones que estimulen el desarrollo de los menores hacia la
construcción de sus habilidades y capacidades que como adulto
independiente le serán de utilidad para integrarse y aportar a la
sociedad y, con el tiempo, enseñar a las generaciones que vienen
después. Es una acción permanente, pues es el ámbito al
que pertenece un individuo por más tiempo (Vila=
drich-Bataller,
1980), primero como hijo y luego formando a otros con aquellas herramientas=
que
va adquiriendo desde su crianza y a lo largo de sus experiencias, hasta
convertirse también en padre o madre.
Podemos ver entonces que estos tres conceptos =
se
relacionan estrechamente. Padres, madres y empleadas domésticas, al
cuidar a un menor, al ayudarlo a satisfacer sus necesidades, al modelar
comportamientos, establecer límites, transmitir su cultura; particip=
an
de su educación.
En los cuestionarios observamos que muchas de
estas actividades de cuidado las realizan las empleadas domésticas. =
Para
conocer un poco más sobre estas y la dinámica con las familia=
s,
se realizaron entrevistas a profundidad con cuatro padres de familia, tres
docentes y una empleada doméstica.
En ellas nos dimos cuenta de la importancia de=
los
padres en cuanto a la calidad de estas acciones, es importante que las
empleadas domésticas mantengan a sus hijos limpios, los alimenten y
estén pendientes de que no se lastimen e incluso de que tengan a su
alcance lo que necesitan o desean para entretenerse o divertirse. Una de las
madres dijo que prefiere contratar empleadas domésticas que sean mad=
res,
pues así ya saben qué hacer y no es necesario enseñarl=
es;
otra madre, al contratarla, pasa un tiempo con ella para que observe la for=
ma
de cuidar a sus hijos y lo replique cuando salga a trabajar. En cuanto al
juego, les interesa que sus hijos pasen un buen rato y estén
entretenidos, pero no se enfocan en el papel formativo que tiene en el
desarrollo de sus hijos.
El vínculo que se crea entre quienes cu=
idan
y quienes reciben los cuidados, es indispensable para desarrollarse de mane=
ra
saludable. Este vínculo ayuda a los menores a formar su red de
relaciones con otras personas que resultan significativas en sus vidas y
contribuye a su desarrollo psicoemocional. Es indispensable que fomente el
respeto, modele acciones saludables, estimule sus capacidades cognitivas,
motoras y afectivas y que sea congruente entre quienes cuidan tambié=
n;
es decir, la relación entre padres de familia y empleada
doméstica debe basarse en estos principios y modelar la forma de que=
los
menores se relacionen con las personas dentro y fuera de la familia.
El rol de cuidadoras de las empleadas
domésticas a los menores les enseña, desde su actuar, en las
conductas que observan de ellas, en la respuesta a sus necesidades, en la f=
orma
en la que se comunican, en las actividades que realizan juntos y en la
satisfacción de sus necesidades, una forma de educación que no
siempre está presente de manera intencional en las familias. Algunos=
de
los padres entrevistados, mencionaron que hablan con las empleadas
domésticas para que ellas puedan transmitir a sus hijos las costumbr=
es
de la familia; esto requiere que la empleada doméstica aprenda algun=
as
conductas o hábitos, diferentes a las propias para
“alinearse” a los objetivos de la familia; otras veces, padres =
de
familia explican a sus hijos que ante tal o cual conducta de la empleada ha=
cia
ellos, ellos deben actuar distinto, pues no son acciones propias de la fami=
lia,
sino de la historia y cultura de la empleada doméstica. Al respecto =
una
madre nos comentó que sus hijos tenían la inquietud de saber có=
mo
vive la empleada doméstica fuera del hogar y ante esa insistencia,
pasó un tiempo con ella y al adentrarse en su contexto, encontr&oacu=
te;
incongruencias que le fueron complicadas de comprender, y que en esta famil=
ia
en particular, han sido motivo para educar en la inclusión, respeto y
comprensión de la diversidad.
El vínculo y la disciplina están
estrechamente ligados; como mencionamos antes, quien cuida tiene cierta
relación de poder; criar ayuda a satisfacer necesidades y genera mod=
elos
de comportamiento que forman parte de la educación e inserta al
individuo en la sociedad, la cultura y el aprendizaje. Esta unión se=
da,
por un lado, en la relación entre quien pone las reglas y quien las
sigue y, por otro lado, con las habilidades de cada una de estas personas
(Bailey, 2020). En cuanto a los cuestionarios y entrevistas, los participan=
tes
mencionaron que es obligación y responsabilidad de los padres
disciplinar a sus hijos, no de las empleadas domésticas, pero tienen=
la
obligación de informar lo que sucede y ellos actuarán al
respecto.
De lo expuesto hasta aquí, si la
dinámica entre empleada doméstica y niños no fomenta
cuidados, vínculo, socialización, modela normas y conductas y
estimulará el aprendizaje; podría considerarse un factor de
riesgo pues el menor no percibirá a su cuidador como presente.
Recordemos que el riesgo es cualquier
circunstancia en la que ya sea por motivos biológicos, sociales,
emocionales o psicológicos se dificulta el desarrollo del menor y co=
mo
consecuencia, aparecen conductas o problemas que le impiden desarrollarse
favorablemente en cualquiera de sus esferas (Torrecillas y Rodrigo, 2010). =
Este
riesgo puede reflejarse en sus conductas, en su aprendizaje o en sus relaci=
ones
sociales, haciéndolos más vulnerables y afectando su
constitución psíquica (Andrés y Fernández, 2016=
);
los cambios en su educación podrían arriesgarse.
Una de las preocupaciones de los padres al
respecto es la rotación de empleadas domésticas, pues la poca
permanencia de las empleadas en los hogares podría crear en el menor=
la
sensación de inseguridad. Para mitigarlo, algunas familias comentan =
que
es indispensable ofrecer una remuneración económica justa y
atractiva y fomentar una buena relación de cada miembro con la emple=
ada
doméstica para que se sienta acogida y permanezca más tiempo =
al
cuidado de los menores.
Comunicarse asertivamente mitigaría
riesgos, pues permite que el menor perciba certeza en cuanto a lo que dice y
hace cada uno de sus cuidadores y el cambio entre uno y otro, permita la
continuidad de lo acordado y genere un ambiente en el que él sienta =
que
todo está organizado para su bien y su estado emocional y
psíquico sean estables.
La disciplina es importante también; si
bien en este ensayo no ahondaremos en un estilo específico de
disciplina, es indispensable que todos los miembros de la familia trabajen =
las
normas en conjunto, que cada uno las conozca y acepte sabiendo cómo
hacerlas válidas y enseñarlas; que cada integrante de la fami=
lia
tenga su rol determinado, responsabilidades y acuerdos. Dejar claras las
acciones que tomarían en caso de que se rompan las normas y basar la
relación de cada miembro del hogar en el respeto. De esta forma se
evitará el riesgo y los menores aprenderán a relacionarse
adecuadamente con las personas a su alrededor.
Para un menor, el sentirse desatendido o no
obtener lo que requiere para desarrollarse, es un factor de riesgo que afec=
ta
su percepción sobre el mundo y su capacidad de adaptación.
La forma en la que los familiares y las emplea=
das
domésticas se relacionan, requiere de atención. De acuerdo co=
n el
Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (CONAPRED, 2020), l=
as
empleadas domésticas forman parte de uno de los doce grupos que se c=
onsideran
más vulnerables a la discriminación; esta puede darse por el
color de piel, el origen de nacimiento, la clase social o el nivel de estud=
ios
que poseen. Es importante resaltar este punto pues si hubiera alguna conduc=
ta
de discriminación, se afectaría tanto la dignidad y persona de
las empleadas domésticas, como la educación de los niñ=
os
Quién cuida a otros niños, en
ocasiones tiene hijos propios; Díaz (2008), resalta que un gran
número de las empleadas domésticas o cuidadoras infantiles, s=
on
también madres y ellas solicitan el apoyo de otras personas,
generalmente familiares para que cuiden a sus propios hijos. El
llama a este fenómeno, “cadenas globales de cuidadoR=
21;.
Mientras algunas empleadas domésticas cuidan a hijos de otras famili=
as,
alguien más educa a los suyos. Es por eso por lo que resaltamos el p=
apel
de cada cuidador en la educación de los menores y que valoramos la
importancia del trabajo en equipo.
Para reducir riesgos y favorecer la
educación de los niños, cada cuidador requiere dar lo mejor de
sí mismo; comunicarse entre cuidadores, modelar lo que desea
enseñar, implicarse activa y respetuosamente formando vínculos
saludables que favorezcan la seguridad y sano desarrollo de los niño=
s.
La presencia consciente de los cuidadores, las acciones congruentes con
respecto a su formación, la transmisión de valores y el ambie=
nte
seguro, son factores que impulsarán su desarrollo y contribuir&aacut=
e;n
a una mejor sociedad.
Las empleadas domésticas pueden contrib=
uir
a reducir estos riesgos al estar presentes en la vida de los menores,
comprendiendo su papel como agentes educativos, formando, a partir del ejem=
plo,
estructuras, rutinas, valores y conductas que los ayuden a formar su
autonomía y sociabilidad. Colaborando con respeto y comunicaci&oacut=
e;n
a su desarrollo y contribuyendo a que su hogar sea un lugar seguro y establ=
e en
el que el menor comprenda qué integrante de la familia colabora para=
que
el hogar funcione adecuadamente y se valoren y respeten las diferencias.
CONCLUSIÓN
Conocer la forma en la que los distintos actor=
es
de la educación intervienen en el desarrollo de los menores, nos da =
la
oportunidad de crear estrategias concretas que den soporte a sus necesidade=
s.
Criar a un menor, es una responsabilidad que
inicialmente, tienen los padres al nacer sus hijos; sin embargo, es
también una acción que puede compartirse con otras personas p=
ara
fomentar en los niños valores, conductas, actitudes que los lleven, =
del
seno familiar, a integrarse activamente a la sociedad. Estas acciones, pued=
en
compartirse a través de los cuidados que proporcionan las empleadas
domésticas.
Pudimos darnos cuenta de cómo estas
acciones de cuidado pertenecen a la crianza y ayudan en el proceso de
educación y formación de la persona. Cómo todo acto
educativo puede ser beneficioso si se determina el objetivo a alcanzar, si =
se
da seguimiento y estructura para que aquello que se aprende pueda ser puest=
o en
práctica en otros momentos, en otros contextos.
Tener claridad en cuanto a la forma en la que =
cada
familia quiere educar a sus hijos, los valores que quiere transmitir, la
cultura en la que desarrollará y a la que aportará, son el pr=
imer
paso que tanto padre como madre, deben acordar. Si en este proceso de
educación, contarán con el apoyo de personal doméstico=
, es
necesario comunicar esos objetivos, establecer planes de acción para
lograrlos, fomentar espacios para que desarrollen un vínculo saludab=
le
entre cada uno de los miembros de la familia y la empleada doméstica,
estimular el desarrollo de habilidades y capacidades, modelar los
hábitos, valores y costumbres que guiarán el camino del menor.
Fijar normas y guiarlas de manera congruente con lo que los niños
observan dentro del hogar.
Educar en la dignidad, tanto hacia los hijos, =
como
hacia el rol que desempeñan las empleadas domésticas en la vi=
da
de los menores, hacia la comprensión y aceptación de las
diferencias, hacia el trabajo en equipo y el reconocimiento que cada persona
tiene por naturaleza.
En concreto, comprender esta realidad nos perm=
ite
reflexionar sobre la importancia de reconocer a quienes aportan a la
educación de cada menor, nos da la oportunidad de mirar la
educación como un proceso social en el que trabajar en equipo no solo
reduce los riesgos en el desarrollo de los menores, sino que potencia sus p=
osibilidades,
pues le permite comprender, aceptar y agradecer lo que cada persona hace pa=
ra
tener un mejor desarrollo y así, prepararse para pertenecer a una
sociedad activa y colaborativa donde el crecimiento de cada persona alreded=
or
es importante.
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