MIME-Version: 1.0 Content-Type: multipart/related; boundary="----=_NextPart_01DB2EA9.4EE40A40" Este documento es una página web de un solo archivo, también conocido como "archivo de almacenamiento web". Si está viendo este mensaje, su explorador o editor no admite archivos de almacenamiento web. Descargue un explorador que admita este tipo de archivos. ------=_NextPart_01DB2EA9.4EE40A40 Content-Location: file:///C:/585256A1/1200_Ibarra.htm Content-Transfer-Encoding: quoted-printable Content-Type: text/html; charset="windows-1252"
DOI: https://doi.org/10.56712/latam.v5i5.2925
Los recursos lúdicos en el fortalecimiento de la inteligencia
emocional en el nivel inicial
Playful resou=
rces
in strengthening emotional intelligence in early childhood education
Martha Ibarra
https://orcid.org/0000-0002-3272-6856
Universidad Est=
atal
de Milagro
Milagro – Ecuad=
or
Alexandra Astudillo
aastudilloc@unemi.edu.ec
https://orcid.org/0000-0002-7359-6867
Universidad Est=
atal
de Milagro
Milagro – Ecuad=
or
Mirtha Garófalo
mirthagarofalo@yahoo.es
https://orcid.org/0009-0001-4892-024X
Universidad Est=
atal
de Milagro
Milagro – Ecuad=
or
https://orcid.org/0000-0002-4554-1180
Universidad Est=
atal
de Milagro
Milagro – Ecuad=
or
Carla Mabel Bracho Ibarra
https://orcid.org/0009-0000-0780-3031
Unidad Educativa
Teodoro Alvarado Garaicoa
Milagro – Ecuad=
or
Artículo recibido: 17 de octubre de 2024. Acep=
tado
para publicación: 04 de noviembre de 2024.
Conflictos de Interés: Ninguno que declarar.
Resumen
Palabras clave: inteligencia
emocional, recursos lúdicos, emociones Abstract Keywords: emotional intelligenc=
e,
playful resources, emotions Todo el contenido
de LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades,
publicado en este sitio está disponibles bajo Licencia <=
/span>Creative Commons=
. Cómo citar: Ibarra, M.,
Astudillo, A., Garófalo, M., Mayorga Villegas, =
V.,
& Bracho Ibarra, C. M. (2024). Los recursos lúdicos en el fortalecimien=
to
de la inteligencia emocional en el nivel inicial. LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades 5 =
(5),
4299 – 4316. https://doi.org/10.56712/latam.v5i5.2925<=
/span> INTRODUCCIÓN En la etapa inicial del desarrollo infantil, entre los 4 y 5 años, =
los
niños experimentan un rápido crecimiento cognitivo, social y emocional. Es
durante este periodo que comienzan a desarrollarse habilidades fundamentales
para la vida, incluyendo el manejo de las emociones y la capacidad de
relacionarse con los demás. Según Piaget (1952), los niños en esta fase se
encuentran en la etapa preoperacional, en la cual empiezan a comprender el
mundo a través de experiencias concretas y simbólicas. Estas experiencias s=
on
esenciales para su desarrollo emocional, ya que les permiten conectar sus
vivencias con el entendimiento de sus propias emociones y las de los demás.=
La inteligencia emocional (IE), un conc=
epto
desarrollado por Salovey y Mayer (1990) y popularizado por Goleman (1995), =
se
refiere a la capacidad de reconocer, comprender y gestionar tanto las emoci=
ones
propias como las ajenas. Para los niños pequeños, esta capacidad es crucial,
pues influye directamente en su bienestar psicológico y en su habilidad para
interactuar con sus compañeros y adultos. La IE=
no
solo les permite manejar situaciones de estrés y frustración, sino que tamb=
ién
fomenta el desarrollo de la empatía, una habilidad que se empieza a consoli=
dar
en la infancia temprana y que resulta vital para establecer relaciones inte=
rpersonales
sanas (Denham et al., 2012). El uso de recursos lúdicos en el aula es una herramienta fundamental
para el fortalecimiento de la IE, ya que a trav=
és del
juego los niños pueden experimentar y procesar una variedad de emociones en=
un
entorno seguro y estructurado. Los juegos permiten a los niños expresar sus
sentimientos sin miedo a ser juzgados, facilitando la comunicación emociona=
l y
la reflexión sobre sus propias reacciones. Las actividades lúdicas, como los
juegos de rol y los cuentos interactivos, son especialmente útiles para
enseñarles a los niños cómo gestionar situaciones complejas desde una
perspectiva emocional (Panksepp, 2007). Además,=
el
juego proporciona a los niños un espacio para explorar diferentes respuestas
emocionales ante diversas situaciones, ayudándolos a desarrollar estrategias
para manejar sus emociones de manera efectiva. Las investigaciones indican que los niños que participan regularmen=
te
en actividades lúdicas estructuradas tienen más probabilidades de desarroll=
ar
una mejor capacidad para regular sus emociones (Saarni=
,
1999). Los recursos lúdicos, al integrar componentes emocionales en las
actividades cotidianas, contribuyen a la construcción de una base sólida pa=
ra
la inteligencia emocional. Juegos cooperativos, por ejemplo, no solo foment=
an
la colaboración, sino que también requieren que los niños gestionen sus
frustraciones cuando pierden o celebran de manera equilibrada cuando ganan,
fortaleciendo habilidades como la resiliencia y la aut=
o-regulación
(Zins et al., 2004). Además de fortalecer la IE, los recursos
lúdicos también promueven el desarrollo de habilidades sociales, lo que a su
vez impacta positivamente en el ambiente escolar. Los niños que practican la
inteligencia emocional en un contexto lúdico muestran una mayor disposición
para colaborar, resuelven conflictos de manera pacífica y son más empáticos
hacia sus compañeros. Esto sugiere que el juego no solo es crucial para el
desarrollo emocional individual, sino que también contribuye al desarrollo =
de
una comunidad escolar más armoniosa (Bauminger =
et
al., 2013). En este sentido, el juego se convierte en un mecanismo integrad=
or
que, además de entretener, educa y refuerza habilidades esenciales para la =
vida
futura de los niños. Este artículo explora la relación entre el juego y la inteligencia
emocional en el nivel inicial, basándose en estudios recientes y evidencias
empíricas que demuestran cómo los recursos lúdicos, adecuadamente implement=
ados
en el aula, tienen un impacto positivo y duradero en el desarrollo emociona=
l de
los niños en esta etapa crucial de sus vidas. La combinación de actividades
lúdicas y educativas es una estrategia que no solo refuerza el aprendizaje
académico, sino que también facilita el desarrollo integral de los niños,
preparándolos para enfrentar los desafíos emocionales y sociales que surgir=
án a
medida que continúan su trayectoria educativa. Inteligencia Emocional en el Nivel Inic=
ial La inteligencia emocional se ha definido como un conjunto de
habilidades relacionadas con el manejo adecuado de las emociones, permitien=
do a
los individuos reconocer, comprender y regular tanto sus emociones como las=
de
los demás (Salovey & Mayer, 1990). Estas habilidades son esenciales par=
a la
vida cotidiana, ya que influyen en la forma en que las personas enfrentan
desafíos, establecen relaciones interpersonales y se adaptan a diversas
situaciones sociales. En el caso de los niños en el nivel inicial, la
inteligencia emocional adquiere una importancia particular, ya que esta eta=
pa
es clave para el desarrollo de su capacidad para interactuar de manera efec=
tiva
con sus pares y adultos, así como para aprender a gestionar sus propias
emociones. Para los niños de 4 a 5 años, el desarrollo de la inteligencia
emocional es crucial para su adaptación social y éxito en las interacciones
cotidianas (Denham et al., 2012). A esta edad, =
los
niños empiezan a experimentar y expresar una amplia gama de emociones, desd=
e la
alegría hasta la frustración y el miedo. A medida que interactúan con sus
compañeros y maestros en el aula, estos niños necesitan aprender a identifi=
car
sus emociones y a regular sus respuestas emocionales de manera apropiada. P=
or
ejemplo, es común que los niños en esta etapa enfrenten situaciones que les
generen frustración, como no poder completar una tarea o no ganar en un jue=
go.
Aquí es donde la inteligencia emocional entra en juego, ayudándolos a manej=
ar
esas emociones de manera saludable y constructiva. Las investigaciones han demostrado que los niños que desarrollan
habilidades emocionales tempranas tienen una mayor probabilidad de éxito a
largo plazo en sus relaciones sociales y académicas (Graziano et al., 2007).
Los niños que son emocionalmente inteligentes tienden a ser más empáticos, =
lo
que les permite comprender mejor las emociones de los demás y responder de
manera adecuada. Esta empatía no solo mejora sus interacciones con sus
compañeros, sino que también reduce la probabilidad de conflictos y
malentendidos en el aula. Además, los niños que aprenden a regular sus
emociones son más capaces de concentrarse en las tareas y enfrentar desafíos
académicos sin ser abrumados por sentimientos de ansiedad o frustración. Un aspecto fundamental de la inteligencia emocional en el nivel ini=
cial
es la capacidad de autorregulación emocional. Esta habilidad se refiere a la
capacidad de los niños para controlar sus respuestas emocionales y comporta=
rse
de manera adecuada en diversas situaciones. Según Thompson (1994), la
autorregulación emocional comienza a desarrollarse en la primera infancia y
juega un papel crucial en el bienestar emocional y social de los niños. Los
niños que son capaces de autorregular sus emociones no solo son más capaces=
de
manejar situaciones estresantes, sino que también son más resilientes ante =
las
dificultades y más adaptables en entornos cambiantes. Además de la autorregulación, otro componente clave de la inteligen=
cia
emocional en esta etapa es la conciencia emocional, es decir, la capacidad =
de
los niños para reconocer y etiquetar sus emociones (Sa=
arni,
1999). La conciencia emocional permite a los niños comprender cómo se sient=
en y
por qué, lo que a su vez facilita la toma de decisiones más informadas y una
mejor gestión de las emociones. Un niño que es consciente de su propia tris=
teza
o enojo, por ejemplo, puede aprender a buscar apoyo emocional de un adulto o
utilizar estrategias para calmarse, en lugar de reaccionar de manera impuls=
iva
o agresiva. El desarrollo de la inteligencia emocional en los niños de nivel
inicial no solo se limita al manejo de las emociones individuales, sino que=
también
abarca las interacciones sociales. A medida que los niños comienzan a
participar en actividades grupales, como juegos cooperativos y proyectos en
equipo, aprenden a negociar, compartir y resolver conflictos con sus
compañeros. Estas interacciones les brindan oportunidades para practicar la
empatía, la cooperación y la resolución de problemas, todas ellas habilidad=
es
clave para el éxito en la vida adulta (Eisenberg et
al., 2014). En este sentido, la inteligencia emocional se convierte en un
puente entre el desarrollo emocional interno y la competencia social extern=
a. Es importante destacar que el entorno escolar y familiar juega un p=
apel
crucial en el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños pequeños.
Los docentes y los padres pueden fomentar la inteligencia emocional al
proporcionar un ambiente seguro y estructurado en el que los niños se sient=
an
cómodos explorando sus emociones y aprendiendo a manejarlas. Los adultos de=
ben
actuar como modelos a seguir, mostrando habilidades emocionales positivas, =
como
la paciencia, la empatía y la resolución pacífica de conflictos. Además, los
recursos lúdicos, como los juegos de rol, los cuentos y las actividades
creativas, son herramientas valiosas que pueden ayudar a los niños a
desarrollar y practicar sus habilidades emocionales en un contexto divertid=
o y
educativo (Zins et al., 2004). En resumen, el desarrollo de la inteligencia emocional en los niños=
en
el nivel inicial es fundamental para su bienestar emocional, social y
académico. Las habilidades emocionales no sólo les permiten manejar sus pro=
pias
emociones, sino que también les facilitan establecer relaciones sanas y
efectivas con sus compañeros y adultos. A medida que los niños continúan
creciendo, estas habilidades se convierten en la base para su éxito futuro,
tanto en el ámbito escolar como en la vida cotidiana. Recursos Lúdicos y su Impacto en el
Desarrollo Emocional Los recursos lúdicos, definidos como juegos estructurados y activid=
ades
recreativas, facilitan la expresión emocional, promueven la empatía y mejor=
an
la autorregulación (Zinsser, Denham,
& Curby, 2018). Estos juegos no solo brinda=
n un
espacio seguro para que los niños experimentan diferentes emociones, sino q=
ue
también les permiten explorar diversas formas de expresar y manejar esas em=
ociones.
En un ambiente controlado y con la guía adecuada, los niños pueden aprender=
a
identificar sentimientos como la frustración, la alegría o el miedo, y
desarrollar estrategias para gestionarlos de manera efectiva. Esta capacidad
para reconocer y manejar las emociones es un componente central de la
inteligencia emocional y resulta fundamental en el desarrollo de relaciones
saludables y exitosas a lo largo de la vida. Investigaciones recientes sugieren que los niños que participan
regularmente en actividades lúdicas muestran mejoras significativas en su
capacidad para identificar y gestionar sus emociones (Rose, 2019). A través=
del
juego, los niños adquieren habilidades que no solo les permiten navegar
situaciones emocionales difíciles, sino que también potencian su capacidad =
para
comunicarse de manera más efectiva con sus compañeros. El juego estructurad=
o,
como los juegos de roles, por ejemplo, ofrece una oportunidad única para que
los niños practiquen la empatía, ya que les permite ponerse en el lugar de =
los
demás y comprender diferentes perspectivas. Esto no solo contribuye al
desarrollo de su inteligencia emocional, sino que también fortalece sus
habilidades sociales. Un ejemplo claro de esto son los juegos cooperativos, en los cuales=
los
niños deben trabajar juntos para alcanzar un objetivo común. Estos juegos
promueven la colaboración y el trabajo en equipo, lo que a su vez fomenta la
empatía y la comprensión de las emociones de los demás. Además, los juegos
cooperativos requieren que los niños regulen sus propias emociones,
especialmente en situaciones de competencia o frustración. La capacidad de
trabajar en equipo y de manejar las emociones en un contexto grupal es una
habilidad crucial para el desarrollo social y emocional de los niños (Wang =
&
Degol, 2020). Por tanto, los recursos lúdicos n=
o solo
contribuyen al fortalecimiento de la inteligencia emocional individual, sino
que también promueven un ambiente de aprendizaje colaborativo y respetuoso.=
La estructura de los recursos lúdicos también permite a los niños
practicar la autorregulación de manera progresiva. Los juegos que implican
turnos, reglas y límites ayudan a los niños a aprender a esperar, a manejar=
la
frustración de no obtener lo que desean de inmediato y a respetar las reglas
establecidas. Estas situaciones cotidianas en los juegos recreativos reflej=
an
desafíos emocionales que los niños enfrentarán en la vida real, como esperar
pacientemente o aceptar una derrota con gracia. De este modo, los recursos
lúdicos se convierten en una práctica constante de la autorregulación
emocional, una habilidad que es fundamental para el bienestar emocional a lo
largo de la vida (Graziano & Hart, 2017). Otro beneficio importante de los recursos lúdicos es que proporcion=
an a
los niños un espacio donde pueden experimentar emociones intensas sin
consecuencias negativas. Por ejemplo, durante un juego de rol, un niño puede
"enfurecerse" en un contexto ficticio sin que esa emoción genere
conflicto real. Esto le permite experimentar cómo se siente la emoción de l=
a ira
y cómo puede regular en un entorno controlado. Al hacer esto, el niño apren=
de a
manejar sus emociones intensas de manera constructiva, en lugar de reprimir=
las
o expresarlas de manera destructiva (Brackett &=
amp;
Cipriano, 2018). Estas experiencias lúdicas refuerzan la capacidad del niño
para gestionar emociones fuertes en situaciones reales. Además, los recursos lúdicos no solo promueven la inteligencia
emocional a nivel individual, sino que también refuerzan la cohesión social
dentro del aula. Cuando los niños juegan juntos, desarrollan un sentido de
comunidad y pertenencia, lo que reduce los conflictos y aumenta la cooperac=
ión
entre ellos. Esto es especialmente importante en el nivel inicial, donde los
niños están comenzando a formar sus primeras relaciones sociales significat=
ivas
fuera de su familia. Los juegos que fomentan la colaboración y la empatía
ayudan a crear un ambiente en el que los niños se sienten apoyados
emocionalmente, lo que a su vez facilita un mejor aprendizaje y desarrollo
emocional (Jones et al., 2018). Finalmente, es crucial destacar que la implementación de recursos
lúdicos en el aula debe ser intencional y estar alineada con los objetivos =
de
desarrollo emocional de los niños. No todos los juegos tienen el mismo impa=
cto
en la inteligencia emocional, por lo que es importante seleccionar activida=
des
que permitan a los niños experimentar y practicar habilidades emocionales
específicas. Los educadores deben estar capacitados para facilitar estos ju=
egos
y para guiar a los niños en la reflexión sobre las emociones que experiment=
an
durante el juego. De esta manera, los recursos lúdicos se convierten en una
herramienta educativa poderosa para fortalecer la inteligencia emocional de=
sde
una edad temprana (Durlak et al., 2020). METODOLOGÍA Este estudio adoptó un enfoque cualitativo y cuantitativo. Se
seleccionaron 324 niños de 4 a 5 años de ocho centros educativos fiscales q=
ue
cuentan con el nivel de educación inicial del cantón Milagro, provincia del
Guayas, Ecuador, quienes participaron en actividades lúdicas diseñadas
específicamente para fortalecer la inteligencia emocional. La recolección de
datos incluyó observaciones directas, entrevistas con docentes, y la aplica=
ción
de instrumentos estandarizados para medir la IE=
, como
el Inventario de Habilidades Emocionales, herramienta diseñada para evaluar=
y
medir el nivel de desarrollo de las habilidades relacionadas con la
inteligencia emocional. Estas habilidades incluyen la capacidad de reconoce=
r,
comprender, expresar y gestionar las emociones propias y ajenas. (Kostelnik et al., 2015). De la misma manera, el análisis de los datos se consideraron las
siguientes categorías dentro del ámbito de las emociones: la alegría/felici=
dad,
tristeza, miedo, ira/enojo, empatía, confianza, gratitud, sorpresa, asco, c=
almado/serenidad,
vergüenza, esperanza, inseguridad; quienes aplicaron una serie de recursos
lúdicos como parte de la observación, destacando el Tour de las emociones, =
mi
amigo emocional, relajación con burbujas, pared de reconocimiento, círculo =
de
amistad. El diseño de este estudio se fundamenta en el análisis de las
experiencias vividas, el cual tiene como objetivo comprender la relación en=
tre
el individuo y el mundo con el fin de transformar la acción educativa. En consecuencia, se empleó la técnica de observación participante, =
dado
que posibilitó a los investigadores adquirir una percepción inmediata del
contexto comunitario en un grupo de niños seleccionados al azar. Esta técni=
ca
involucró la observación directa de los infantes de educación inicial. RESULTADOS Los resultados sobre conciencia emocional muestran que el 59.57% de=
los
niños tiene una habilidad adecuada para identificar sus emociones, lo cual =
es
consistente con estudios como el de Vallejo et al. (2020), quienes señalan =
que
en la edad escolar los niños comienzan a desarrollar una mayor capacidad pa=
ra
reconocer y etiquetar sus emociones. Sin embargo, el 31.48% que presenta
dificultades moderadas y el 8.95% que no logran identificar sus emociones
apuntan a la necesidad de reforzar la enseñanza de habilidades emocionales =
en
el aula. Esto coincide con las conclusiones de García y López (2019), quien=
es
sostienen que el desarrollo emocional en los primeros años está influenciado
por el entorno educativo y familiar (ver gráfico 1). Gráfico 1 Distribución porcentual de la conciencia
emocional
En términos de regulación emocional, se encontró que solo el 50.93%=
de
los niños logra calmarse con el apoyo de un adulto, mientras que el 37.96%
tiene dificultades para autorregularse y el 11.11% presenta episodios
recurrentes de descontrol. Estos resultados concuerdan con los hallazgos de
Rodríguez et al. (2019), quienes indican que los niños en edad escolar aún
dependen significativamente del adulto para manejar sus emociones. La falta=
de
estrategias adecuadas de regulación emocional sugiere la necesidad de
intervenciones en la educación socioemocional para dotar a los niños de
herramientas que les permitan manejar el estrés y la frustración (ver gráfi=
co
2).
Gráfico 2
Distribución porcentual de la regulación emocional
En cuanto a la empatía, el 56.48% de los niños demostró ser capaz de
reconocer las emociones de sus compañeros y brindar apoyo emocional, lo que=
es
alentador y está en línea con estudios previos, como el de Pons et al. (202=
1),
que describen el desarrollo de la empatía como una habilidad clave durante =
los
primeros años de la educación primaria. Sin embargo, el 33.33% de los niños=
que
reconocen las emociones ajenas, pero no responden adecuadamente y el 10.19%=
que
no reconocen las emociones de los demás, resaltan que aún es necesario fort=
alecer
las prácticas pedagógicas que promuevan la empatía en los contextos escolar=
es
(ver gráfico 3).
Gráfico 3
Distribución porcentual de la empatía
En relación con las habilidades sociales, el 69.44% de los niños
interactúa adecuadamente con sus compañeros, lo cual es consistente con el
estudio de Herrera et al. (2020), quienes sostienen que a esta edad los niñ=
os
ya han desarrollado las bases de las interacciones sociales. No obstante, el
22.22% que presenta dificultades sociales y el 8.33% que experimenta aislam=
iento
refuerzan la idea de que algunos niños requieren apoyo adicional para mejor=
ar
sus habilidades de interacción social. Esto coincide con López y Jiménez
(2019), quienes afirman que el trabajo en equipo y el juego guiado son
estrategias efectivas para fomentar interacciones sociales saludables (ver
gráfico 4).
Gráfico 4
Distribución porcentual de las habilidades sociales
En cuanto a la motivación, el 63.27% de los niños mostró una motiva=
ción
constante para alcanzar sus objetivos, lo cual es positivo y está alineado =
con
los estudios de González y Martínez (2022), que sugieren que los niños
motivados tienden a ser más exitosos académicamente. Sin embargo, el 30.56%=
que
necesita apoyo externo y el 6.17% que presenta falta significativa de
motivación indican que es esencial implementar estrategias pedagógicas que
fomenten la motivación intrínseca, tal como lo sugieren Calderón y Díaz (20=
20).
El entorno educativo debe proporcionar incentivos que refuercen el esfuerzo=
y
la participación activa en el proceso de aprendizaje (ver gráfico 5).
Gráfico 5
Distribución porcentual de la motivació=
n
Para la presentación de los resultados de las actividades aplicadas=
en
el Tour de las Emociones, se consideraron nombres ficticios para salvaguard=
ar
la integridad de los niños. Dichos resultados parten de la aplicación de
sesiones de trabajos realizadas por las educadoras a partir de las entrevis=
tas,
de donde se extrae la información mediante la observación:
Tabla 1
Resultados del Juego Tour de las emocio=
nes
En esta actividad lúdica, se pudo observar que fue de gran aceptaci=
ón
de los niños, quienes han disfrutado contando y creando historias con base =
en
su creatividad e imaginación. Sin embargo, existió un grupo de infantes que
requerían ayuda para ejecutarla. Además, se pudo constatar la presencia de
varias emociones, principalmente la de tristeza, miedo, ira/enojo, asco,
vergüenza e inseguridad. Con ello, la docente logra generar actividades que
mejoren de manera positiva el manejo de las emociones en los estudiantes,
especialmente en aquellas consideradas negativas, buscando de manera priori=
zada
el origen de las mismas.
La mayoría de los niños identifican a las caras alegres y tristes, =
pero
a los enfadados y miedosos, no lo identifican, no saben lo que les pasa, se
quedan callados cuando se les pregunta. Hay varios niños que no saben lo qu=
e se
les pregunta, hay que aclararles lo que se les está pidiendo. La actividad =
es
un poco difícil debido a su corto vocabulario y escasa expresión, en la may=
oría
de los casos.
Tabla 2
Resultados del Juego Mi amigo emocional
En esta actividad se pudo notar que la gran mayoría de los niños ya
tienen grupos de amigos para interactuar. Por lo general, realizan grupos de
tres o cuatros, especialmente en juegos de movimiento o desplazamiento;
mientras que en juegos tranquilos como el propuesto, lo realizan en pareja,
según su afinidad. Con la puesta en práctica de la sesión, resultó más fáci=
l la
actividad de dibujo de la silueta, a pesar de que la misma no fue ejecutada=
a
la perfección debido a su edad; sin embargo, la intención, sumado a la
creatividad e imaginación permitió que ésta se desarrollara de manera adecu=
ada.
Algo que se pudo notar dentro del ámbito emocional, es que hubo niñ=
os
que presentaron emociones ligadas a la alegría, el miedo, la empatía, la
confianza, la gratitud y la esperanza, estableciendo una relación entre ell=
as.
Tabla 3
Resultados del Juego relajación con burbujas
En el desarrollo de esta sesión, se pudo observar que los niños
presentaron un cambio significativo en sus emociones, especialmente, en
aquellos que registraban inseguridad. Al observar qué le sucedía, ellos se
ubicaron en la categoría que contesta bien, lo que implica que esta activid=
ad
fue de su agrado y, por ende, generó un impacto positivo dentro de su
inteligencia emocional.
Tabla 4
Resultados del Juego círculo de amistad
Al igual que la
sesión anterior, los niños presentaron similares emociones, lo que permite
inferir que, en su mayoría, la actividad lúdica fue de su agrado. En este
sentido, se pudo observar cómo disfrutan, notándose interés por participar e
involucrarse en la actividad. Sin embargo, existe un niño y una niña que al
ponderar qué le sucede, se pudo registrar que ellos por un momento se queda=
ron
callados y no realizaron la actividad al igual que sus compañeros. Después =
de
un tiempo, se integraron con algo de inseguridad y timidez.
Tabla 5
Resultados del Juego pared de
reconocimiento
En esta sesión,=
se
pudo notar datos similares a la sesión del Tour de las emociones, especialm=
ente
en la categoría de la tristeza, el miedo, la ira/enojo, vergüenza, inseguri=
dad
y una adecuada manera de contestar. Ante aquello y, partiendo de la observa=
ción,
se puede inferir que la actividad lúdica no fue de su agrado debido al grad=
o de
complejidad que demandaba dibujar notas positivas, esto lleva a los docente=
s a
reflexionar sobre la importancia de los recursos lúdicos en el desarrollo d=
e la
inteligencia de los niños.
DISCUSIÓN
Con los resultados obtenidos en las diversas sesiones, se puede
mencionar que los recursos lúdicos se convierten en una herramienta esencial
para el desarrollo de la inteligencia emocional, especialmente, si estas so=
n de
su agrado. Como afirma Villalva & Copo,( 202=
0),
las estrategias lúdicas representan instrumentos que contribuyen a activar =
los
procesos mentales, como el juego, el mismo que hace desarrollar una diversi=
dad
de objetivos y contenidos hacia el planteamiento y resolución de problemas;
además, de incrementar la creación e imaginación. Por lo tanto, los autores
consideran que su adecuada aplicación puede provocar gozo, placer y diversi=
ón,
elementos esenciales para la generación de emociones.
En esta misma línea, Fernandez &
Extremera (2005), la aplicación de un modelo educativo basado en la
inteligencia emocional permite a los niños resolver problemas y facilitar su
proceso de adaptación al medio. Esta visión funcionalista remarca la habili=
dad
de la adaptación a un ambiente en continuo cambio. Ante esta postura, los
resultados obtenidos en la sesión de relajación de burbujas, puso en manifi=
esto
que la inteligencia emocional está centrada en el procesamiento de la
información emocional que consolida emociones y razonamiento, partiendo de
utilizar las mismas para viabilizar un pensamiento efectivo y pensar de for=
ma
inteligente.
Por otra parte, la aplicación del Inventario de Habilidades Emocion=
ales
(Conciencia emocional, Regulación emocional, Empatía, Habilidades sociales y
Motivación) demuestra que, los resultados sobre conciencia emocional eviden=
cian
que el 59.57% de los niños tiene una habilidad adecuada para identificar sus
emociones, lo cual es consistente con estudios como el de Vallejo et al.
(2020), quienes señalan que en la edad escolar los niños comienzan a
desarrollar una mayor capacidad para reconocer y etiquetar sus emociones. S=
in
embargo, el 31.48% que presenta dificultades moderadas y el 8.95% que no lo=
gran
identificar sus emociones apuntan a la necesidad de reforzar la enseñanza de
habilidades emocionales en el aula. Esto coincide con las conclusiones de
García y López (2019), quienes sostienen que el desarrollo emocional en los
primeros años está influenciado por el entorno educativo y familiar.
En términos de regulación emocional, se encontró que solo el 50.93%=
de
los niños logra calmarse con el apoyo de un adulto, mientras que el 37.96%
tiene dificultades para autorregularse y el 11.11% presenta episodios
recurrentes de descontrol. Estos resultados concuerdan con los hallazgos de
Rodríguez et al. (2019), quienes indican que los niños en edad escolar aún
dependen significativamente del adulto para manejar sus emociones. La falta=
de
estrategias adecuadas de regulación emocional sugiere la necesidad de
intervenciones en la educación socioemocional para dotar a los niños de
herramientas que les permitan manejar el estrés y la frustración.
En cuanto a la empatía, el 56.48% de los niños demostró ser capaz de
reconocer las emociones de sus compañeros y brindar apoyo emocional, lo que=
es
alentador y está en línea con estudios previos, como el de Pons et al. (202=
1),
que describen el desarrollo de la empatía como una habilidad clave durante =
los
primeros años de la educación primaria. Sin embargo, el 33.43% de los niños=
que
reconocen las emociones ajenas, pero no responden adecuadamente y el 10.19%=
que
no reconocen las emociones de los demás, resaltan que aún es necesario
fortalecer las prácticas pedagógicas que promuevan la empatía en los contex=
tos
escolares.
En relación con las habilidades sociales, el 69.44% de los niños
interactúa adecuadamente con sus compañeros, lo cual es consistente con el
estudio de Herrera et al. (2020), quienes sostienen que a esta edad los niñ=
os
ya han desarrollado las bases de las interacciones sociales. No obstante, el
22.22% que presenta dificultades sociales y el 8.33% que experimenta
aislamiento refuerzan la idea de que algunos niños requieren apoyo adicional
para mejorar sus habilidades de interacción social. Esto coincide con López=
y
Jiménez (2019), quienes afirman que el trabajo en equipo y el juego guiado =
son
estrategias efectivas para fomentar interacciones sociales saludables.
En cuanto a la motivación, el 63.27% de los niños mostró una motiva=
ción
constante para alcanzar sus objetivos, lo cual es positivo y está alineado =
con
los estudios de González y Martínez (2022), que sugieren que los niños
motivados tienden a ser más exitosos académicamente. Sin embargo, el 30.56%=
que
necesita apoyo externo y el 6.17% que presenta falta significativa de
motivación indican que es esencial implementar estrategias pedagógicas que
fomenten la motivación intrínseca, tal como lo sugieren Calderón y Díaz (20=
20).
El entorno educativo debe proporcionar incentivos que refuercen el esfuerzo=
y
la participación activa en el proceso de aprendizaje.
CONCLUSIÓN
Los resultados revelan que la mayoría de los niños de 4 a 5 años
muestran un desarrollo adecuado de la conciencia emocional y la empatía, lo
cual es consistente con el crecimiento esperado en esta etapa. Sin embargo,=
aún
existe un grupo significativo que requiere apoyo adicional para identificar=
y
gestionar sus emociones, lo que indica la necesidad de reforzar la educación
emocional tanto en el hogar como en el entorno escolar, a fin de fomentar u=
n reconocimiento
emocional más preciso y respuestas empáticas apropiadas.
Aunque un 50% de los niños demuestran la capacidad de regular sus
emociones con apoyo docente, el restante presenta dificultades significativ=
as
para autorregularse. Además, el 20% que muestra problemas en la interacción
social resalta la importancia de implementar programas de desarrollo emocio=
nal
y social a edades tempranas. Estos programas podrían ayudar a los niños a
manejar situaciones de frustración y a mejorar sus habilidades interpersona=
les,
lo que resulta fundamental para su bienestar emocional y adaptación escolar=
.
El estudio muestra que una mayoría de los niños se mantiene motivado
para alcanzar objetivos, pero aún existe una dependencia considerable del a=
poyo
externo. Esto sugiere que, aunque los niños están en proceso de desarrollar=
la
motivación intrínseca, aún necesitan la guía y refuerzo positivo de los adu=
ltos
para sostener su esfuerzo y compromiso. La incorporación de estrategias
pedagógicas que promuevan la autonomía y el reconocimiento de los logros pu=
ede
ser clave para fortalecer la motivación en estas edades.
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y Humanidades, Asunción, Paraguay. ISSN en línea: 2789-3855, agosto, 2022, Volume=
n 3,
Número 2, p. 1