LATAM Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales y Humanidades, Asunción, Paraguay.
ISSN en línea: 2789-3855, septiembre, 2024, Volumen V, Número 5 p 1516.
INTRODUCCIÓN
La dermatitis atópica (DA), también conocida como eccema atópico, es una enfermedad crónica
inflamatoria de la piel que se caracteriza por episodios recurrentes de prurito, eritema, y lesiones
eccematosas. Afecta principalmente a niños, pero también puede persistir o aparecer en la edad
adulta. La prevalencia global de la dermatitis atópica ha aumentado en las últimas décadas, afectando
hasta al 20% de los niños y al 3% de los adultos en algunos países desarrollados, lo que la convierte en
un problema de salud pública significativo.
La patogénesis de la dermatitis atópica es compleja e involucra una interacción entre factores
genéticos, disfunción de la barrera cutánea, respuestas inmunológicas anormales y factores
ambientales. Entre los factores genéticos, las mutaciones en el gen que codifica la filagrina, una
proteína crucial para la integridad de la barrera cutánea, han sido ampliamente estudiadas y vinculadas
con una mayor susceptibilidad a la DA. La disfunción de la barrera cutánea permite la penetración de
alérgenos y microorganismos, lo que desencadena una respuesta inflamatoria que se perpetúa en un
ciclo vicioso de prurito y rascado.
En el manejo de la dermatitis atópica, los corticoides tópicos han sido, durante décadas, el tratamiento
de referencia debido a su potente acción antiinflamatoria y su capacidad para aliviar rápidamente los
síntomas agudos. Estos fármacos actúan modulando la respuesta inmune y reduciendo la inflamación,
lo que los hace efectivos para controlar los brotes de la enfermedad. Sin embargo, el uso de corticoides
en el tratamiento de la dermatitis atópica no está exento de desafíos y controversias, particularmente
en lo que respecta a su seguridad a largo plazo y los efectos secundarios asociados con su uso
prolongado.
A pesar de estos desafíos, los corticoides tópicos siguen siendo fundamentales en las guías de
tratamiento de la dermatitis atópica. Las estrategias de manejo actuales incluyen no solo el uso de
estos fármacos durante los brotes agudos, sino también su aplicación intermitente en un enfoque
proactivo para prevenir recaídas. Esta estrategia ha mostrado ser efectiva en la reducción de la
frecuencia de los brotes y en la mejora de la calidad de vida de los pacientes.
No obstante, el manejo de la dermatitis atópica requiere un enfoque multifacético que va más allá del
uso de corticoides. Incluye también medidas de cuidado de la piel, como la hidratación regular con
emolientes, el control de factores desencadenantes, y, en algunos casos, la integración de tratamientos
alternativos o complementarios, como los inhibidores de calcineurina, que ofrecen una opción cuando
el uso de corticoides está contraindicado o se buscan reducir los riesgos asociados con su uso
prolongado.
En esta revisión, se examinará en detalle el papel de los corticoides en el tratamiento de la dermatitis
atópica, analizando la evidencia sobre su eficacia, perfil de seguridad, y las recomendaciones actuales
para su uso. También se discutirán las estrategias para maximizar los beneficios terapéuticos mientras
se minimizan los riesgos, en un esfuerzo por proporcionar un manejo óptimo y seguro de esta
enfermedad crónica y recurrente.
METODOLOGÍA
En septiembre del 2024 realizamos un artículo de revisión sobre uso de corticoides en dermatitis
atópica, la búsqueda se realizó en las bases de datos de PubMed, MEDLINE, EMBASE y Google
Académico de los últimos 5 años, en su mayoría trabajos a partir del año 2020. Se identificaron
estudios relacionados con la definición, etiología, fisiopatología, manejo, tratamiento a base de
corticoides, mecanismo de acción, eficiencia y efectos secundarios del tema descrito. Entre 2019 y
2024 se encontró un total de veinte artículos que cumplían con los criterios de inclusión, básicamente